«Self-Portrait (with Saw), by William Utermohlen (1997)» by Snapshooter46 is licensed with CC BY-NC-SA 2.0. To view a copy of this license, visit https://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/2.0/

Suele pasar que, de vez en cuando, escuchamos que tal o cual jugador “ya es cartucho quemado” para dar a entender que su desempeño está en declive. Algunas veces esto se hace evidente cuando en alguna jugada, la experiencia, el colmillo que dan los años de práctica, no logran imponerse a la vigorosidad y agilidad de algún jugador más joven.

Sin embargo, en el mundo artístico no suele ser tan fácil establecer si “los poderes creativos” de un artista se encuentran en declive o no. Más aún, la creatividad puede estar asociada a una condición o enfermedad neurológica que padece el artista1. Pero, al menos en el mundo de la pintura, puede haber una manera cuantitativa que ayude a estimar si un pintor se encuentra en pleno uso de sus facultades artísticas o bien si están próximas a decaer.

Esta medida cuantitativa está basada en el concepto de fractal. Un fractal es una figura que mantiene su forma si se le cambia de escala2. Ejemplos típicos de fractales en la naturaleza son el brócoli o las ramificaciones de los árboles. En todos estos casos podemos notar que aunque cambiemos la escala, el objeto bajo estudio seguirá teniendo el mismo aspecto incluso si la escala cambia un número infinito o muy grande de veces; el objeto es autosimilar y lo mismo ocurre con los fractales2. La autosimilitud produce objetos o imágenes que no son descritos satisfactoriamente por la geometría Euclideana, por lo que no poseen una dimensión entera como en el caso de una línea recta (dimensión 1) o un cuadrado completamente lleno (dimensión 2), sino fraccionaria, por ejemplo 1.5 o 1.7.

Estudios pioneros en la obra de Jackson Pollock hallaron que la dimensión fractal de sus pinturas variaba a lo largo del tiempo, conforme Pollock perfeccionaba su técnica del dripping3. La dimensión fractal es una propiedad cuantitativa, y, en el caso de Pollock, es como una huella digital, la cual se ha utilizado para detectar inconsistencias en pinturas supuestamente auténticas4.

Así, pues, si la dimensión fractal es como la huella digital de un pintor en su obra, ¿es posible utilizarla para inferir si está próximo el declive artístico de un pintor? Más aún, ¿el cambio a lo largo del tiempo de la dimensión fractal puede señalar la aparición o desarrollo de cambios neurológicos en el pintor? Aparentemente sí.

Un estudio liderado por la Dra. Alex Forsythe del departamento de Psicología de la Universidad de Liverpool, calculó la dimensión fractal de 2,092 imágenes de las pinturas provenientes de siete artistas5: Salvador Dalí (322), Norval Morrisseau (325), James Brooks (139), Willem De Kooning (199), Marc Chagall (298), Pablo Picasso (312), y Claude Monet (497). De estos siete pintores, eligieron a Chagall, Monet y Picasso como grupo de control ya que, históricamente hablando, no existe evidencia clínica de alguna enfermedad neurodegenerativa. Por otro lado, Brooks y De Kooning fueron diagnosticados con la enfermedad de Alzheimer, mientras que Dalí y Morriseau mostraron síntomas de Parkinson.

La primera sorpresa del estudio es que, a pesar de que muchas de las pinturas de estos artistas no son a primera vista de carácter fractal, los patrones fractales sí están subyacentes en las pinceladas de sus pinturas.

En general, los pintores que desarrollaron una enfermedad neurodegenerativa (Alzheimer y Parkinson) presentaron una mayor heterogeneidad en la dimensión fractal de sus pinturas a lo largo del tiempo. Por el contrario, la dimensión fractal en la obra de aquellos pintores que envejecieron normalmente (el grupo control) tendió a ubicarse en un rango más pequeño y estable, incluso si a lo largo de la vida del pintor éste varió su estilo en numerosas ocasiones, como Picasso.

La neurosis hace al artista, y el arte cura la neurosis.

André Maurois, Tierra de Promisión.

De manera particular, la dimensión fractal de Brooks y De Kooning (Alzheimer) presentó un marcado declive a partir de la edad de 40 años. En cuanto a Dalí y Morriseau (Parkinson), la variación de la dimensión fractal a lo largo del tiempo muestra un comportamiento “parabólico”: comienzan en valores bajos de dimensión fractal, crecen hasta alcanzar un máximo (quizá un reflejo del aumento de sus habilidades técnicas para pintar), y luego decaen abruptamente (después de los 50 años de edad).

Dimensión fractal normalizada vs edad de los pintores. Adaptado de [1].

Si bien el estudio se enfocó en un pequeño universo de pintores, confirma nuevamente la utilidad de la dimensión fractal para establecer la procedencia de las pinturas conocidas, y las aún por descubrir. Por ejemplo, si una pintura de De Kooning se da por cierto que fue pintada en una fecha en la que el autor contaba con 50 años, y resulta que su dimensión fractal presenta una desviación considerable a lo esperado por el comportamiento hallado por el estudio, dicha pintura podría tratarse de un fraude.

Herramienta tecnológicas como los algoritmos de inteligencia artificial o machine learning se pueden utilizar para monitorear la obra de nuevos pintores a lo largo de un cierto tiempo y estimar, según la variación de la dimensión fractal de su obra, si ha comenzado a manifestarse alguna enfermedad neurodegenerativa. Por supuesto, ésta clase de estudios multidisciplinarios son los primeros pasos para entender las correlaciones entre la manera en que pintamos y nuestra salud mental.

Así, conforme se vuelva masiva ésta clase de análisis y se creen suficientes datos que relacionen la dimensión fractal de una pintura con enfermedades neurodegenerativas u otros trastornos mentales, se podrán desarrollar aplicaciones para nuestras tablets o smartphones para que, por ejemplo, nos presenten patrones de dibujo para que los recreemos cada cierto tiempo, y de ésta manera identificar de manera temprana alguna enfermedad neurodegenerativa o trastorno mental. Y quién sabe, quizá se desarrollen tratamientos que requieran pintar patrones fractales, específicos para cada enfermedad o trastorno mental, que permitan mejorar la calidad de vida de la persona.

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REFERENCIAS

[1] P. Brenot, El genio y la locura, Ediciones B, 1998.


[2] E. Braun, Caos, fractales y cosas raras., Fondo de Cultura Económica, 2005.

[3] R. P. Taylor y A. P. Micolich, «Fractal analysis of Pollock’s paintings,» Nature, vol. 399, p. 422, 1999.


[4] R. Taylor, R. Guzman, T. Martin, G. Hall, A. Micolich, D. Jonas, B. Scannell, M. Fairbanks y C. Marlowa, «Authenticating Pollock paintings using fractal geometry,» Pattern recognition letters, vol. 28, nº 6, pp. 695-702, 2007.

[5] A. Forsythe, T. Williams y R. G. Reilly, «What Paint Can Tell Us: A Fractal Analysis of Neurological Changes in Seven Artists,» Neuropsychology, vol. 31, nº 1, pp. 1-10, 2017.

3 comentarios en “Pintores, fractales y enfermedades neurodegenerativas.

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